sábado, 23 de octubre de 2010

¿Por qué?


Por qué la inclinación del corazón del hombre es mala desde la juventud.
Por qué es más fácil juzgar que aceptar al otro/a tal como es.
Por qué la vida siempre nos parece más un castigo que un regalo.
Por qué le echamos la culpa a la vida de todos nuestros errores cuando nosotros somos los causantes de ellos.
Por qué lo amargo nunca nos sabe a miel.
Por qué la gente quiere, sabe lastimar.
Por qué un castigo siempre es merecido.

¡Ah! ¿Por qué?
Yo les diré por qué:
Porque pertenecemos a una especie ciega y egoísta.
Y porque somos simplemente humanos y fallamos.
Y porque esa falla nos puede llegar y costar la vida.
Por eso, la vida nos parece siempre más un castigo que un regalo. 
Autor: Esteban O'Higgins

Mi sueño… mi realidad


Cuando cierro mis ojos,
Al soñar estoy en mi realidad.
Pero cuando los abro,
Mi realidad se vuelve mi tormento.

Entonces, me encierro
Y me debato
En un mundo
Sin sentido.

Queriendo alcanzar
Mi estado real
Siento que poco a poco
Me convierto en un reo más
En esta burbuja denominada realidad.

Es entonces cuando mi miedo
Se empieza a manifestar.
Pero cuando cierro mis ojos
Todo eso desparece.

Ese temor a la violencia, a la muerte
Se esfuma en el viento.
En mi mundo que me invento
Donde todo puede durar,
Yo puedo descansar
Y al fin soñar
Dentro de mi universo
Que me creo de infinita paz
Para escapar de esta
Idiota y repugnante realidad.
Autor: Esteban O'Higgins

Lo que hoy soy y lo que no


Hoy tan solo soy un reflejo
De lo que no quiero ver
Y no soy más
Lo que quería ver.

Soy ese responsable, poco sabio
E inteligente en que me querían convertir
Y dejé de ser ese joven inmaduro,
Divertido y alegre.

Hoy soy esta triste, callada y
Patética persona y dejé de ser
Ese soñador, aventurero y astuto
Niño que supe ser.

Hoy no soy más que lo que todos
Deseamos ver.

Pero hoy me di cuenta
De que todo lo que somos
Es el resultado de lo que hemos pasado.

Autor: Esteban O'Higgins

El perdón a la vida


Es apagar ese dolor que la vida nos da,
Es pedir perdón.
Pero qué es el perdón.
Es encontrar nuestra propia voz,
Es salirse del camino
Para desviarse a uno mismo.
Muchos de nosotros pedimos y damos
El perdón.
A veces sin sentirlo
Pero muchas otras veces lo sentimos tanto que el alma
Se llena de paz
Y el corazón se desahoga.

Para poder perdonar se detiene el tiempo,
Se para la vida frente a uno
Y trae los más feos recuerdos.
Pero otras veces no podemos perdonar
Y respondemos “No somos Dios para perdonar”.
Nos negamos el perdón a la vida.
Nos negamos nuestro propio perdón
Y preferimos seguir cargando con la culpa y el dolor
Sin darnos cuenta que no son más
que un ancla que nos hunde
a un cruel y frío abismo.
Pero otras veces nos quedamos callados
Ante el sonido del perdón
Tal vez por estar cansados de escuchar
Las mismas respuestas que les dieron a nuestras preguntas.
Por ese motivo
Hoy soy yo el que perdona
Y pide perdón,
El perdón a la vida.
Autor: Esteban O'Higgins

Dudas


Yo dudo,
Tú dudas,
Todos dudan en algún momento dudamos.
La duda es ese “sentimiento”
Que nos llena de inquietud, intriga
Y hasta miedo.
¿Pero por qué dudamos?
Será por desconfiamos. ¿Por qué será?
Yo digo que la duda es
Como un dador de tiempo
Hasta que no comprobamos eso
En lo que estábamos dudando, dudamos.
Dudamos del otro/a, dudamos del día,
Dudamos de la noche
En que si será igual que la anterior.
De todo dudamos,
Hasta de lo que sentimos hacia alguien.
La duda es como una célula
Introducida en nuestro cuerpo
Que cuando se enciende
Se propaga rápido hacia todo el organismo.
Pero no nos quedamos ahí.
Compartimos nuestra duda con todos
Y a todo a nuestro alrededor
Le otorgamos el beneficio de la duda
Que tanto merecen.
Autor: Esteban O'Higgins

Bien o mal



Qué cabeza puede albergar la idea de matar a alguien, sea inocente o no.
Qué alma puede descanzar tranquila cargando con el peso de una muerte.
Desde el principio de los tiempos, el hombre ha creído que la justicia la impone él, ya sea en un tribunal o por mano propia. Lo cierto es que no es así. La justicia existe sólo al final de cada camino. Al apagarse cada luz al final de nuestras vidas y esa justicia es la pura verdad. Es la que decide hacia dónde debemos ir, si al cielo o al infierno.
Pero a mí me da lo mismo ya que desde que Eva mordió y comió del fruto prohibido de aquel árbol en el Edén, el hombre se hizo un conocedor del bien y del mal, dos rostros de una misma moneda. Por eso, un día se nos pondrá en medio de un problema o conflicto y nos sentaremos en una balanza en la cual el bien y el mal estarán a cada extremo y nosotros deberemos decidir hacia donde añadir el contrapeso.

Autor: Esteban O'Higgins

martes, 12 de octubre de 2010

Esta vez fue un final feliz

El verano de 1989, en la Maternidad de Córdoba, Argentina, nace una niña llamada Julieta sin tener noción de que su madre estaba muriendo tras el parto.
Ella, con cinco horas de vida, queda a cargo de su abuela materna, Adela, quien se hace cargo de su crianza y enseñanza.
Dieciocho años después, Julieta ya crecida enfrenta el momento más duro de su vida: su abuela Adela había muerto tras una grave enfermedad que la siguió durante muchos años.
Julieta, quedándose sola en el mundo, decide buscar a su padre para poder conocerlo. Con la información que encontró sobre él y la plata que había juntado desde los cinco años emprendió el viaje a Buenos Aires donde conoce a Juan, un chico de 20 años y estudiante de música.
Julieta le cuenta su historia y Juan sin dudarlo ni un segundo, ya que se había enamorado de ella, decide ayudarla recorriendo toda la ciudad y direcciones que había conseguido.
Julieta ya vencida, encuentra en un recorte de diario una foto de un hombre que le llamo la atención. Sí, era su padreel mismo de la foto que le había mostrado su abuela. Sin dudarlo ni un minuto fue hasta la casa. A los tres segundos de haber tocado el timbre sale él acercándose hasta el portón, mirando fijamente a Julieta, haciéndole recordar a una persona que conoció en el pasado. Ella, sin decir una palabra, saca la foto de su madre del bolso para mostrársela. Él, sin dudarlo, abrió el portón y la abrazó muy fuerte gritando:
-¡Perdoname! ¡Perdoname!
Luis, asi se llamaba su padre, le contó porqué la había abandonado a su madre y así estuvieron toda la tarde formando una unión que nunca más se rompió.
Julieta se puso de novia con Juan quien la había acompañado todo el tiempo. Para Julieta, Juan y Luis esta vez fue un final feliz...

por Daniela y Verónica Espeche y Melisa Rivadeo.